Por:
Angel Hernández
Desde
siempre los antiguos, en diferentes culturas y civilizaciones han
sabido que este planeta que habitamos es un ser vivo. Algunos lo han
llamado "Gaia".
Por
ejemplo, Grinberg (1991), concluye en sus experimentos para demostrar
la interacción entre los cerebros humanos, que TODOS los cerebros
están interconectados y esa red podría ser muy bien, la estructura
anatómica de un cerebro más grande, el cerebro de "Gaia",
el cual es la estructura física y energética de la conciencia
planetaria.
En
palabras sencillas, todos nosotros con nuestro cerebro y conciencia,
estamos conectados unos con otros, de la misma manera como se
conectan las neuronas en nuestro cerebro.
¡SOMOS
LAS NEURONAS DE LA TIERRA!
El
desarrollo de nuestra conciencia, influye directamente en el
desarrollo de la conciencia de los demás y en el crecimiento y
madurez de nuestro planeta.
Por
otro lado, también la inconsciencia, influye en que los demás sigan
viviendo en la obscuridad del pensamiento, encajonados en lo
conocido, en lo "controlado" y en la rutina, lo que impide
el crecimiento mutuo y global.
En
estos momentos difíciles en México, la unidad y solidaridad
demostradas, son el mejor y mayor reflejo de la madurez e incremento
de la conciencia, lo que viene a ser una medicina para los mexicanos
y en general para el planeta.
He
escuchado diversas teorías en las redes sociales, donde se adjudica,
que los mexicanos por hacer los mega simulacros a nivel nacional, han
sido los causantes del terremoto el pasado 19 de septiembre, igual
que ocurrió en 1985. Para todos aquellos, les quiero comentar que
esas prácticas se realizan como educación para la protección
civil, para saber qué hacer en una zona altamente sísmica y nunca
como un ritual o aniversario de lo ocurrido en 1985.
El
hecho de que la tierra tiemble no depende de la conciencia de unas
cuantas "neuronas mexicanas", sino de las neuronas a nivel
global, por lo que TODOS somos corresponsables de lo que ocurre, no
solo con los terremotos, sino con todas las manifestaciones de la
naturaleza.
Para
todos aquellos que desde el punto de vista religioso, perciben estos
acontecimientos como "señales apocalípticas", o señales
del "fin del mundo", aplica lo mismo, depende del nivel de
conciencia desarrollado, de las ideas aprendidas por dogmas
“incuestionables” y la conciencia desarrollada. Muchas de estos
“signos”, son utilizados para atemorizar y controlar a las masas
y no para provocar la cohesión. Las teorías de la creación del
mundo son diversas y no todas hablan de un principio y de un fin como
se nos ha enseñado a la mayoría. El hecho de que sean la únicas
que se les conozca o a las que más se les ha hecho publicidad, no
significa que sean las únicas.
En
fin, como neuronas independientes y a la vez interdependientes,
debemos incrementar nuestra conciencia, no solo con reflexiones,
interiorizaciones o meditaciones, sino con acciones que vayan en
línea con nuestros mejores deseos y nuestras más grandes virtudes,
en pro de una humanidad a favor de la unión y de lo único que puede
preservar la vida y la evolución que es el amor.
Fuente:
Grinberg,
J. (1991). Fluir en él sin yo. México: Instituto Nacional Para el
Estudio de la Conciencia A.C.

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